Día 34-MÁS PRINCIPALMENTE MERECEMOS POR LA CARIDAD QUE POR LAS OTRAS VIRTUDES

Jueves de la quinta semana de Pascua

Si alguno me ama, será amado de mi Padre,
y yo le amare, y me manifestaré a él
(Jn 14, 21).

Es así que la vida eterna consiste en la visión manifiesta de Dios, según aquello: Ésta es la vida eterna: Que te conozcan a ti solo Dios verdadero (Jn 17, 3). Luego el mérito de la vida eterna reside principalmente en la caridad.

1. El acto humano merece por dos razones: 

1º, por razón de la ordenación divina, según la cual se dice ser el acto meritorio de aquel bien, al cual el hombre es ordenado por Dios; 

2º, por parte del libre albedrío, según el cual el hombre tiene sobre las demás criaturas la preferencia de obrar por sí mismo y voluntariamente. 
En ambos conceptos lo principal del mérito consiste en la caridad; porque debe considerarse que la vida eterna consiste en el goce de Dios, y el movimiento del alma humana hacia la fruición del bien divino es el acto propio de la caridad, por el que todos los actos de las otras virtudes se enderezan a ese fin, ya que las demás virtudes son regidas por la caridad. Por consiguiente el mérito de la vida eterna corresponde primariamente a la caridad, y secundariamente a las demás virtudes, puesto que los actos de éstas son regidos por la caridad.

Es evidente también que lo que hacemos por amor, lo hacemos con la mayor voluntariedad, y por lo tanto .también se atribuye el mérito principalmente a la caridad, por cuanto para la razón de mérito se requiere que sea voluntaria.

II. No siempre una obra posee mayor mérito por ser más laboriosa y difícil. De dos maneras una obra puede ser laboriosa y difícil:
 
1º, por la grandeza de la obra; y así la grandeza del trabajo pertenece al aumento del mérito, porque la caridad, aunque convierte las cosas terribles y violentas en fáciles y casi nulas, no disminuye el trabajo, antes bien, hace acometer mayores empresas; pues, como dice San Gregorio, cuando existe, obra grandes cosas;

2º, por defecto del agente mismo, porque a cada cual es penoso y difícil lo que no hace con pronta voluntad; y tal trabajo disminuye el mérito y es anulado por la caridad.
En gran manera son meritorios los actos de la fe y de la paciencia o fortaleza, como se ve en los mártires, que pelearon por la fe con paciencia y fortaleza hasta la muerte. 
Mas el acto de fe no es meritorio, si la fe no obra por amor, y del mismo modo el acto de la paciencia y de la fortaleza, si uno no los ejecuta por caridad, según aquello: Si entregare mi cuerpo para ser quemado, y no tuviere caridad, nada me aprovecha (1 Cor 13, 3).
(1ª 2ae , q. CXIV, a. 4)