Mi paz os doy, no os la doy yo como la da el mundo
(Jn 14, 27).
1. La paz no es otra cosa que la tranquilidad en el orden. Porque se dice que algunas cosas tienen paz, cuando el orden de ellas permanece imperturbable. En el hombre el orden es triple: del hombre con respecto a sí mismo, del hombre con respecto a Dios, del hombre con respecto al prójimo, y así existe en el hombre una triple paz: una, por la cual está tranquilo en sí mismo, sin perturbación de sus facultades; otra, por la cual el hombre tiene paz con Dios, sometiéndose totalmente a sus disposiciones; la tercera, con respecto al prójimo.
Debe advertirse que en nosotros deben ser ordenadas tres cosas: el entendimiento, la voluntad y el apetito sensitivo, esto es, que la voluntad sea dirigida según el espíritu o la razón; el apetito sensitivo según la voluntad y el entendimiento.
Por eso, al definir San Agustín la paz de los santos, dice: "La paz es la serenidad del espíritu, la tranquilidad del alma, la sencillez del corazón, el vínculo del amor, el lazo de la caridad"; en este sentido la serenidad del espíritu se refiere a la razón, la cual debe ser libre, no atada, ni absorbida por algún afecto desordenado; la tranquilidad del alma se refiere a la sensibilidad, que debe estar libre de la molestia de las pasiones; la sencillez del corazón se refiere a la voluntad, la cual debe ser llevada totalmente a Dios, su objeto; el vínculo del amor se refiere al prójimo, y el consorcio de la caridad a Dios.
Los santos tienen aquí y tendrán en el futuro esa paz, pero aquí de una manera imperfecta, pues no podemos aquí tener paz sin alguna perturbación ni con nosotros mismos, ni con Dios, ni con el prójimo; pero en el futuro poseeremos perfectamente la paz, cuando reinemos sin enemigos, donde nunca podremos estar en desacuerdo.
II. Cuando dice: No os la doy yo como la da el mundo, distingue su paz de la paz del mundo.
Los santos tienen aquí y tendrán en el futuro esa paz, pero aquí de una manera imperfecta, pues no podemos aquí tener paz sin alguna perturbación ni con nosotros mismos, ni con Dios, ni con el prójimo; pero en el futuro poseeremos perfectamente la paz, cuando reinemos sin enemigos, donde nunca podremos estar en desacuerdo.
II. Cuando dice: No os la doy yo como la da el mundo, distingue su paz de la paz del mundo.
En tres cosas se distingue la paz de los santos de la paz del mundo:
1º) En cuanto a la intención. Porque la paz del mundo se ordena al goce tranquilo y pacífico de las cosas temporales, por lo cual sucede a veces cuando coopera con los hombres para pecar. Mas la paz de los santos se ordena a los bienes eternos,
1º) En cuanto a la intención. Porque la paz del mundo se ordena al goce tranquilo y pacífico de las cosas temporales, por lo cual sucede a veces cuando coopera con los hombres para pecar. Mas la paz de los santos se ordena a los bienes eternos,
El sentido es: No os la doy yo como la da el mundo, esto es, no para el mismo fin, pues el mundo la da para poseer tranquilo los bienes exteriores; pero yo os la doy para alcanzar los eternos.
2º) En cuanto a la simulación y a la verdad, porque la paz del mundo es simulada, y sólo existe por fuera; Los cuales hablan paz con su prójimo, pero en sus corazones hay cosas malas (Sal 27, 3); mas la paz de Cristo es verdadera porque es interior y exterior. Así, pues, no os la doy yo como la da el mundo, significa: no doy paz simulada, sino verdadera.
3º) En cuanto a la perfección, pues la paz del mundo es imperfecta, ya que únicamente lo es en cuanto al descanso exterior del hombre y no del interior; mas la paz de Cristo tranquiliza interior y exteriormente. Mucha paz para los que aman tu ley (Sal 118, 165)
2º) En cuanto a la simulación y a la verdad, porque la paz del mundo es simulada, y sólo existe por fuera; Los cuales hablan paz con su prójimo, pero en sus corazones hay cosas malas (Sal 27, 3); mas la paz de Cristo es verdadera porque es interior y exterior. Así, pues, no os la doy yo como la da el mundo, significa: no doy paz simulada, sino verdadera.
3º) En cuanto a la perfección, pues la paz del mundo es imperfecta, ya que únicamente lo es en cuanto al descanso exterior del hombre y no del interior; mas la paz de Cristo tranquiliza interior y exteriormente. Mucha paz para los que aman tu ley (Sal 118, 165)
(In Joan., XIV, 27)