Señor mío y Dios mío
Dios de la salvación renovada de generación en generación, resucita en nosotros todo lo que es muerte y lejanía de ti, danos vida y actitudes de resucitados contigo y haznos testigos de tu reino entre los hombres, por el amor, la justicia y la paz.
Pon sabiduría, Señor, en nuestro lenguaje, pon ternura en nuestra mirada, pon misericordia en nuestra mente que hace juicios, pon entrega y calor en nuestras manos, pon escucha en nuestros oídos para el clamor de los hermanos, pon fuego en nuestro corazón para que no se acostumbre a sus carencias y a su dolor.
Quédate con nosotros, haznos gustar el pan del evangelio, deja que en el camino, mientras vas con nosotros, se nos cambie la vida... Y envíanos de nuevo, audaces y gozosos, para decir al mundo que vives y que reinas, que quieres que el amor solucione las cosas, y cuentas con nosotros.
Y que Tú vas delante, como norte y apoyo, como meta y camino, hasta el fin de los días.
MEDITACION
Luz en la oscuridad
Luz en la oscuridad
También puede ser una crisis de fe o de sentido que me hace dudar de lo que vivo, de las opciones que he tomado en mi vida, que me hace preguntarme por el sentido de lo que hago...Todo mi mundo empieza a girar alrededor de ello y parece que la tristeza y la desesperanza se adueñan de mí.
Encontrar al Resucitado es encontrar la esperanza en medio de todo ello. Confiar que eso, aunque importante, no tiene la última palabra en mi vida. Que la luz volverá y que volveré a sentirme acompañado.
Empezar a preguntarme si no me habré olvidado de buscar a Jesús donde realmente está.
Autor: Oscar Pérez | Fuente: Catholic.net
Jesús, luz del mundo
Meditación del Papa FranciscoLa tercera palabra es "abundancia". ‘Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia’. Cada uno de nosotros conoce sus miserias, las conoce bien. ¡Y abundan! Pero el desafío de Dios es vencer esto, sanar las heridas, como lo hizo Jesús. Más aún: hacer aquel don sobreabundante de su amor, de su gracia". Y así se entiende aquella preferencia de Jesús por los pecadores.
En el corazón de este pueblo abundaba el pecado. Pero Él vino a ellos con la sobreabundancia de la gracia y el amor. La gracia de Dios siempre gana, porque es Él mismo quien se entrega, se acerca, nos acaricia, nos sana. Y para ello, aunque tal vez a algunos de nosotros no nos gusta decir esto, pero los que están más cerca del corazón de Jesús son los más pecadores, porque él va a buscarlos, llama a todos: "¡Vengan, vengan!". Y cuando le piden una explicación, él dice: ‘Pero los que tienen buena salud no tienen necesidad del médico; yo he venido para sanar, para salvar... (Cf. S.S. Francisco, 22 de octubre de 2013, homilía en la capilla de Santa Marta).
Reflexión
Si echamos una mirada nos daremos cuenta que las nubes del materialismo han cubierto el horizonte cultural. La luz penetra cada vez menos. La esperanza parece menguar. En medio de la oscuridad brillan pequeñas lucecitas. Son luciérnagas. Fugaces momentos de felicidad que el mundo da. Así paga el mundo a los que le sirven. Les promete felicidad y diversión, y se los concede. Pero un instante, un suspiro; y después, la oscuridad.
Pero no estamos solos. Un rayo de esperanza rasga las nubes. Es Cristo que viene a recordarnos: “Yo soy la luz del mundo”.. Como nos dice el catecismo en el número 2466: el que cree en Él, no permanece en las tinieblas. El discípulo de Jesús, permanece en su palabra, para conocer "la verdad que hace libre" y que santifica.
Nosotros, como cristianos bautizados, estamos llamados a ser luz del mundo. ¿Cómo? Predicando el Evangelio del amor con el ejemplo de nuestra vida y el testimonio de nuestra palabra.
Reforzando la unidad familiar, por ejemplo rezando en familia; escuchando y compartiendo las penas de mi prójimo, ayudándolo cuando lo vea en apuros. En fin, la caridad es ingeniosa, hay mil maneras de vivirla. Sólo hace falta querer ser luz del mundo.
Propósito
Darme el tiempo y la paciencia para dar hoy un consejo, estímulo o ayuda a quien lo necesite.
Diálogo con Cristo
Señor Jesús, qué diverso sería mi comportamiento si nunca olvidara de dónde vengo y a dónde voy. Tú eres quien da significado, sentido, esperanza y propósito a mi vida. Las presiones de la sociedad afectan mis decisiones, el estira y afloja de la «moda» me apartan de la auténtica felicidad, por eso te suplico me des la luz de la fe para buscarte siempre y, unido a Ti, pueda ser la luz que ilumine a los que hoy encuentre en mi camino.
Señor, aquí estoy delante de ti. Ayúdame a tomar conciencia viva de que tú estás conmigo siempre. Esté donde esté, tu presencia amorosa me envuelve. Dame tu gracia para que este rato de oración me sea provechoso. Que vea claro qué quieres de mí.
Dame un corazón nuevo, que me guíe por tus caminos de amor.
Me pongo en tus manos, Señor. Soy todo tuyo. Haz de mí lo que tú quieras. Amén.