Señor mío y Dios mío
Dios de la salvación renovada de generación en generación, resucita en nosotros todo lo que es muerte y lejanía de ti, danos vida y actitudes de resucitados contigo y haznos testigos de tu reino entre los hombres, por el amor, la justicia y la paz.
Pon sabiduría, Señor, en nuestro lenguaje, pon ternura en nuestra mirada, pon misericordia en nuestra mente que hace juicios, pon entrega y calor en nuestras manos, pon escucha en nuestros oídos para el clamor de los hermanos, pon fuego en nuestro corazón para que no se acostumbre a sus carencias
y a su dolor.
Quédate con nosotros, haznos gustar el pan del evangelio, deja que en el camino, mientras vas con nosotros, se nos cambie la vida... Y envíanos de nuevo, audaces y gozosos, para decir al mundo que vives y que reinas, que quieres que el amor solucione las cosas, y cuentas con nosotros.
Y que Tú vas delante, como norte y apoyo, como meta y camino, hasta el fin de los días.
MEDITACION
Bajó del seno del Padre al seno de una mujer.
Se vistió de humanidad para que pudiésemos
vestirnos de divinidad.
Se hizo el Hijo del Hombre para que nosotros
pudiéramos llegar a ser hijos de Dios.
Llegó del Cielo, donde los ríos jamás se hielan,
los vientos nunca soplan, nunca la gélida brisa enfría
el aire, y las flores no se marchitan jamás.
Allí nadie tiene que llamar al médico,
porque allí nadie está jamás enfermo.
No hay sepultureros ni tampoco
cementerios, porque allí nadie muere;
nadie es jamás enterrado.
Nació contra las leyes de la naturaleza, vivió en
pobreza, fue criado en oscuridad.
No poseyó riquezas ni utilizó influencias,
como tampoco fue a colegios ni
dispuso de profesores particulares.
Sus familiares eran desconocidos y sin relieve social.
En su infancia, asustó a un rey; en su adolescencia,
desconcertó a los doctores; en su madurez, subyugó
el curso de la naturaleza, caminó sobre las olas y
sosegó el mar embravecido.
Curó sin medicinas a las multitudes y no requirió
emolumentos por sus servicios.
Nunca escribió ni un solo libro, pero en
las bibliotecas de todo el mundo no cabrían los
libros que pudieran escribirse de El.
Nunca compuso un cántico, pero su persona
ha servido de tema de inspiración para más
cánticos que los de todos los compositores juntos.
Nunca fundó un colegio, pero ni entre todas
las escuelas juntas pueden jactarse de tener tantos
estudiantes como Él tiene.
Nunca practicó la medicina, pero ha curado más corazones
quebrantados que cuerpos hayan podido curar los médicos.
Nunca dirigió un ejército, ni destacó un soldado,
ni disparó un fusil, pero ningún jefe ha tenido bajo su
mando más voluntarios, ni ha obligado a más rebeldes
a deponer las armas y rendirse sin disparar un solo tiro.
El es la Estrella de la Astronomía,
La Roca de la Geología,
El León y el Cordero de la Zoología,
El Armonizador de todas las discordias,
Y el Sanador de todas las enfermedades.
Los grandes hombres surgieron y desaparecieron,
pero El vive para siempre.
Herodes no pudo matarle;
Satanás no pudo seducirle;
la Muerte no pudo destruirle;
el Sepulcro no pudo retenerle.
Se despojó de su manto de púrpura, para vestirse
la blusa del artesano.
Era rico, pero por nosotros se hizo pobre.
¿Hasta que punto?
¡Pregúntale a María! ¡Pregúntale a los Magos!
Durmió en un pesebre ajeno,
cruzó el lago en una barca ajena,
montó en un asno ajeno,
fue sepultado en una tumba ajena.
Todos han fallado, pero El nunca.
El es el siempre perfecto, señalado entre diez mil.
Todo El es codiciable.
Este es mi Amado. Este es mi Salvador
Bajó del seno del Padre al seno de una mujer.
Se vistió de humanidad para que pudiésemos
vestirnos de divinidad.
Se hizo el Hijo del Hombre para que nosotros
pudiéramos llegar a ser hijos de Dios.
Llegó del Cielo, donde los ríos jamás se hielan,
los vientos nunca soplan, nunca la gélida brisa enfría
el aire, y las flores no se marchitan jamás.
Allí nadie tiene que llamar al médico,
porque allí nadie está jamás enfermo.
No hay sepultureros ni tampoco
cementerios, porque allí nadie muere;
nadie es jamás enterrado.
Nació contra las leyes de la naturaleza, vivió en
pobreza, fue criado en oscuridad.
No poseyó riquezas ni utilizó influencias,
como tampoco fue a colegios ni
dispuso de profesores particulares.
Sus familiares eran desconocidos y sin relieve social.
En su infancia, asustó a un rey; en su adolescencia,
desconcertó a los doctores; en su madurez, subyugó
el curso de la naturaleza, caminó sobre las olas y
sosegó el mar embravecido.
Curó sin medicinas a las multitudes y no requirió
emolumentos por sus servicios.
Nunca escribió ni un solo libro, pero en
las bibliotecas de todo el mundo no cabrían los
libros que pudieran escribirse de El.
Nunca compuso un cántico, pero su persona
ha servido de tema de inspiración para más
cánticos que los de todos los compositores juntos.
Nunca fundó un colegio, pero ni entre todas
las escuelas juntas pueden jactarse de tener tantos
estudiantes como Él tiene.
Nunca practicó la medicina, pero ha curado más corazones
quebrantados que cuerpos hayan podido curar los médicos.
Nunca dirigió un ejército, ni destacó un soldado,
ni disparó un fusil, pero ningún jefe ha tenido bajo su
mando más voluntarios, ni ha obligado a más rebeldes
a deponer las armas y rendirse sin disparar un solo tiro.
El es la Estrella de la Astronomía,
La Roca de la Geología,
El León y el Cordero de la Zoología,
El Armonizador de todas las discordias,
Y el Sanador de todas las enfermedades.
Los grandes hombres surgieron y desaparecieron,
pero El vive para siempre.
Herodes no pudo matarle;
Satanás no pudo seducirle;
la Muerte no pudo destruirle;
el Sepulcro no pudo retenerle.
Se despojó de su manto de púrpura, para vestirse
la blusa del artesano.
Era rico, pero por nosotros se hizo pobre.
¿Hasta que punto?
¡Pregúntale a María! ¡Pregúntale a los Magos!
Durmió en un pesebre ajeno,
cruzó el lago en una barca ajena,
montó en un asno ajeno,
fue sepultado en una tumba ajena.
Todos han fallado, pero El nunca.
El es el siempre perfecto, señalado entre diez mil.
Todo El es codiciable.
Este es mi Amado. Este es mi Salvador
Señor, aquí estoy delante de ti. Ayúdame a tomar conciencia viva de que tú estás conmigo siempre. Esté donde esté, tu presencia amorosa me envuelve. Dame tu gracia para que este rato de oración me sea provechoso. Que vea claro qué quieres de mí. Dame un corazón nuevo, que me guíe por tus caminos de amor. Me pongo en tus manos, Señor. Soy todo tuyo. Haz de mí lo que tú quieras. Amén.