Día 14- ¿Qué es para mí la Pascua?

Sábado de la Segunda semana de Pascua

Propósito




ORACION INICIAL


Señor mío y Dios mío
Dios de la salvación renovada de generación en generación, resucita en nosotros todo lo que es muerte y lejanía de ti, danos vida y actitudes de resucitados contigo y haznos testigos de tu reino entre los hombres, por el amor, la justicia y la paz.

Pon sabiduría, Señor, en nuestro lenguaje, pon ternura en nuestra mirada, pon misericordia en nuestra mente que hace juicios, pon entrega y calor en nuestras manos, pon escucha en nuestros oídos para el clamor de los hermanos, pon fuego en nuestro corazón para que no se acostumbre a sus carencias
y a su dolor.

Quédate con nosotros, haznos gustar el pan del evangelio, deja que en el camino, mientras vas con nosotros, se nos cambie la vida... Y envíanos de nuevo, audaces y gozosos, para decir al mundo que vives y que reinas, que quieres que el amor solucione las cosas, y cuentas con nosotros.

Y que Tú vas delante, como norte y apoyo, como meta y camino, hasta el fin de los días.

MEDITACION
¿Qué es para mí la Pascua?
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1. Es un tiempo propicio para ver
si el misterio de la "vida y muerte" de Jesucristo son "caminos" que yo he tomado, si el misterio de la "resurreción" del Seńor, creído por mí, proyecta mi mirada hacia el más allá de esta existencia terrena, o sigo aferrado a mi historia contingente, frágil, si mi "esperanza cristiana" se asienta en tierra firme de "confianza en Dios", y resiste cualquier tipo de tormenta y tentaciones, o más bien tambalea sobre arena, sin echar raíces profundas,

si mi lectura o visión espiritual de los "acontecimientos" que afectan a mi vida la hago desde el triunfo final del Seńor resucitado, o sólo desde el triste camino del calvario, si para mí la "unión con Cristo", muerto y resucitado, es auténtica "fuente de alegría" que me conforta y compromete vitalmente, o sólo un ritual y frío de ser cristiano, si he aprendido a hacer de mi vida una "ofrenda", como la de Cristo, o me dejo abrazar por demasiadas ataduras que me llevan a vivir cargado de egoísmo.


2. Es un tiempo propicio para juzgar
por qué mi conocimiento y adhesión a Cristo es superficial, y no acepto su "camino", por qué, a pesar de creer en el más allá con Cristo resucitado, sigo más apegado a los bienes e intereses terrenos que a los celestiales,
por qué soy y me muestro en la vida real ( pasional, afectiva, económica, social..) tan titubeante en la fe, tan poco arraigado en la esperanza teologal, tan materialista, por qué no sobrellevo con más serenidad, paz, aceptación, conformidad, mis problemas de todo tipo, y vivo excesivamente nervioso, amargado y recalcitrante, por qué tengo tántos momentos de tristeza, de abatimiento, de crisis, si en mi horizonte final está el misterio de Cristo resucitado, por qué me cuesta y me resisto tan fuertemente a hacer de mi vida una ofrenda al Seńor y a mis hermanos, con generosidad, afecto, dispobilidad, participación.


3. Es un tiempo propicio para actuar y comprometerse
en el seguimiento fiel de Jesucristo, asumiento el espíritu de las bienaventuranzas en acciones concretas que se me presentan cada día,
en el desapego de intereses concretos más o menos materiales que me esclavizan, en la vivencia de la fe, esperanza y amor divinos que me lleven a hacerme más humano y sensible para con Dios y con los hermanos en el quehacer diario, en una forma de vida intensa, pero, al mismo tiempo, más relejada, menos vulnerable ante las dificultades, ingratitudes, desavenencias, poniéndome en manos del Seńor, en la elevación del tono alegre, jovial, positivo, que debería ser propio de una hija/o de Dios, haciéndome creador de paz, armonía, solidaridad, en la cercanía a los demás, desde un espíritu abierto, acogedor y comprensivo ....


ORACION FINAL



Señor, aquí estoy delante de ti. Ayúdame a tomar conciencia viva de que tú estás conmigo siempre. Esté donde esté, tu presencia amorosa me envuelve

 Dame tu gracia para que este rato de oración me sea provechoso.
Que vea claro qué quieres de mí. Dame un corazón nuevo, que me guíe por tus caminos de amor. Me pongo en tus manos, Señor.

Soy todo tuyo. Haz de mí lo que tú quieras. Amén.